La evolución de la economía mundial bajo el concepto de la globalización, y la apertura de mercados han representado un duro golpe para el sector industrial textil europeo, y lógicamente para cada uno de los países miembros.
En España, aunque con un poco más de retraso temporal, también ha llegado en los últimos años del siglo XX la ola de crisis con más dureza, si cabe, en aquellas regiones con una larga tradición textil, como ha sido la región económica Cataluña.
Sin embargo, una vez más, el espíritu emprendedor de los catalanes, herencia de los ancestros fenicios, ha iniciado la superación de esta crisis, con los medios más adecuados al momento, el diseño y las nuevas tecnologías derivadas de la investigación y el desarrollo, tanto de las universidades como de los Centros Tecnológicos, que el propio gobierno de la Generalitat de Catalunya ha creado o reforzado desde finales del siglo pasado.
La tradición textil catalana se pierde en el oscurantismo de la Edad Media, existiendo, sin embargo, algunos hitos o hechos puntuales que demuestran su vitalidad y la importancia y trascendencia que históricamente ha tenido para los gobiernos locales, regionales e incluso nacionales.
En tiempos de “Jaume I el Conqueridor”, hacia 1257, se crea el Gran Consejo de Barcelona y su “Ilustre Junta de Comercio” establece las enseñanzas aplicadas a las artes industriales.
En la segunda mitad el siglo XIV, se estructuran los “Gremios” y “Cofradías” con enseñanzas artesanales y oficios: en Barcelona en 1422 “Les Drapades” y más tarde en Moià, en 1648 “Els Perayres i Teixidors”.
Carlos III de España en el último tercio del siglo XVIII decreta la enseñanza del dibujo en todo “arte industrial”, incluida la “Teoría de Tejidos” y propugna en 1776 la creación de escuelas de hilatura para la “buena formación de Maestros Hiladores”.
El 21 de mayo de 1786 en una “Real Cédula” se ordena el establecimiento de Escuelas de Hilados de Lana en poblaciones que por su situación y circunstancias tienen un tamaño adecuado para ellas, al que lógicamente se acogen ciudades como Barcelona, pero también Terrassa y Sabadell, en el Vallés Occidental, en donde florecía una amplia actividad de talleres textiles laneros.
En el siglo XIX se gestan en España las escuelas y enseñanzas de Ingeniería Industrial y Peritaje Industrial, en Madrid, Barcelona, Sevilla, Vergara, Béjar, Gijón y Valencia, que dejaron de funcionar por deficiencia de recursos económicos, excepto la de Barcelona, que fue soportada con recursos municipales por la elevada actividad textil de la ciudad, y en la cual existían los estudios de especialidad de Perito Manufacturero Textil.
Sin embargo, el núcleo de la industria textil se había ido desplazando hacia la comarca del Vallés Occidental con el tandem formado por Terrassa y Sabadell, dos ciudades, con poblaciones en torno de los 15.000 habitantes cada una de ellas, y si bien el Real Decreto de 17 de agosto de 1901, de la Reina Regente María Cristina en nombre de Alfonso XIII, creó las Escuelas Superiores y Elementales de Industrias, se omitió en ellas la especialidad textil, que finalmente fue concedida a la Escuela Superior de Industrias de Terrassa, el 10 de enero de 1902, por la gestión directa y personal de Don Alfonso Sala, Ilustre ciudadano de la misma y diputado en las Cortes de Madrid, que hasta su fallecimiento presidió el Patronato Ciudadano e Industrial de la Escuela, iniciándose las enseñanzas el 4 de febrero de 1902 en un edificio provisional.
En 1904 la Escuela se trasladó a su sede que ha durado hasta la actualidad, un bello edificio modernista del arquitecto Luís Moncunill. En el Real decreto del 8 de mayo del mismo año, el rey Alfonso XIII creó la sección de Ingeniería de Industrias Textiles en la Escuela Superior de Industrias de Terrassa. Esta sección daba el mayor rango académico a los ingenieros, dada la necesidad del sector industrial en constante evolución, tanto en técnica como en creación y diseño.
Antes de tal fecha eran muchos los técnicos e ingenieros formados en Manchester, que instalaban y dirigían las industrias textiles catalanas, complementados con técnicos franceses de Lyon para las industrias de estampación, y aún hoy día quedan rastros de aquella colonización “técnica” en el vocabulario de taller, tales como “rapport”, “rongeant” et cetera, colonización que sin embargo ayudó a consolidar las estructuras industriales, comerciales y de diseño que han perdurado a lo largo de todo el siglo XX y están renaciendo en el siglo actual.
En Cataluña el modelo de funcionamiento de la industria textil ha sido de dos tipos, que corresponderían a antes y después de la aparición de la máquina de vapor, si bien coexistieron durante más de 30 años después del descubrimiento citado.
Históricamente, siglo XIX, las industrias textiles se situaron al lado de los ríos para aprovechar la fuerza hidráulica como fuerza motriz de la maquinaría, creándose, alrededor de la planta industrial, las denominadas “colonias”, que en el fondo eran pequeñas villas con las viviendas del personal de la industria, en muchos casos tanto de obreros como de técnicos y propietarios con servicios sociales en muchos casos avanzados para su época, tales como hospitales, comedores, teatro o cine, et cetera.
La incorporación del vapor permitió establecer nuevas industrias en el seno de ciudades y villas ya existentes, agrupándose varias industrias en el entorno de la central productora de vapor, en los denominados “vapores”, con superficies totales equivalentes a una o varias manzanas bordeadas por las calles urbanas con proximidad al núcleo urbano, político y comercial, pues los medios de desplazamiento, tanto públicos como privados, eran mínimos o nulos y los desplazamientos personales eran exclusivamente a pie dentro de la ciudad, excepto en lugares como Barcelona, con tranvías y metro que facilitaron su expansión superficial.
La evolución de las cifras de población desde 1900 a 1950 indica tanto el auge de la industria textil como las limitaciones de crecimiento en ciudades como Terrassa o Sabadell.
En dichos entornos, el nivel de vida podía considerarse muy aceptable en comparación al de la gran mayoría del resto de España, ya que, si bien las consecuencias de la Guerra Civil española (1936–1939) y el aislamiento internacional del régimen político limitaron el progreso y desarrollo económico y social, éste empezó a ser sensible en la segunda mitad del siglo pasado (factor de incremento correspondiente a tres en primera mitad y factor >10 en todo el siglo), siendo sus años de “oro” las décadas de los 60 y 70 coincidiendo con la expansión de la producción y productividad de la Industria Textil Catalana.
La evolución técnica y económica textil a partir de 1950 se produjo de la mano de las enseñanzas técnicas de las cinco Escuelas Técnicas existentes en España, Béjar (Salamanca), Alcoy (Alicante) y Barcelona, Canet de Mar y Terrassa (Barcelona), así como de los ingenieros superiores formados en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Terrassa, única en toda España, donde se han impartido las enseñanzas superiores textiles y en cuyo seno nació también la investigación científica y técnica dedicada a tal industria de la mano del Prof. Daniel Blanxart, que creó en 1940 el “Laboratorio de Investigación de Fibras Textiles y de la Retama”, después de haber creado y dirigido desde 1908 hasta 1954 el “Laboratorio de Ensayos e Investigaciones Textiles del Acondicionamiento Terrassense”, fundado por iniciativa del propio sector industrial.
En el haber del Prof. Blanxart está el Sistema Métrico Decimal Directo de numeración de los hilos, adoptado mundialmente por la ISO con la unidad “TEX” (g/1000m).
También hubo otras iniciativas para fomentar la investigación textil, como la promovida por la “Asociación Nacional de Ingenieros de Industrias Textiles” con sede en Barcelona y el propio “patronato de la Escuela Superior de Ingenieros de Industrias Textiles” de Terrassa, que en su conjunto dieron lugar a partir de mitades de la década de los años 50 a la creación del “Laboratorio de Cooperación Industrial e Investigación Textil” en Terrassa, actual INTEXTER, y la “sección Textil del Consejo Superior de Investigaciones Científicas” en Barcelona, de la mano de los hoy mundialmente reconocidos por sus aportaciones:
Prof. José Cegarra Sánchez y Prof. Federico López-Amo Marín en Terrassa y Prof. Alberto Barella Miró en Barcelona, los tres ingenieros textiles formados en la Escuela Superior de Terrassa y discípulos del Prof. Blanxart.
Aunque la línea de desarrollo técnico y científico del sector textil catalán es clara, con hitos y nombres concretos de reconocimiento internacional, parece sorprendente que no existan nombres asociados al diseño textil, cuando realmente la fabricación y producción industrial tiene siempre detrás la correspondiente y necesaria estructura de diseño.
Cuando todavía no se hablaba de “exportación” en el sentido político y economico tal como lo valoran acutalmente todos los paises, los “paños” de lana fina de Sabadell y Terrassa eran conocidos y exportados a todo el mundo, tanto por su calidad como por su diseño. Cuyo renombre se ha ido apagando, tal vez por el “provincionalismo” e “individualismo” empresarial de la Industria Textil catalana, que no supo aprovechar, con planteamientos comerciales agresivos, el prestigio y reconocimiento que tuvo a lo largo de medio siglo para crear una imagen de marca, como muy bien ha sabido hacer Italia para sus productos textiles.
Tal vez el citado declive pueda compensarse gracias a la creación hace unos 30 años en Sabadell de la Escuela de Diseño Textil, con rango universitario, aunque tal vez haya que esperar todavía un tiempo para que se produzca el auge internacional de los diseñadores catalanes, ya no solo de estructuras textiles (de estos sí ha habido siempre en las industrias, los anónimos teóricos textiles), sino de los productos finales que llegan al usuario y que dan la fama, a personas concretas, o a bloques locales (moda de Londres) o nacionales (moda italiana).
De todas formas, queda cada vez más claro que estas nuevas posibles generaciones de diseñadores tendrán que ir de la mano de los científicos y técnicos de la Universidad para incorporar en la producción textil de Cataluña las nuevas fibras y microfibras con propiedades al uso, la incorporación de substancias microencapsuladas a los tejidos, y la presencia de nanopartículas en las vestimentas y prendas que inician la nueva línea de textiles “inteligentes” (smart textiles) que nuestros hijos y nietos usarán en un futuro no muy lejano.
Ingeniero Industrial Textil en 1970 por la ETSEIAT y Doctor Ingeniero en 1973 por la UPC. Director del INTEXTER-UPC de 1990 a 1996 y de nuevo desde 2004 hasta la fecha. Coautor de más de 250 publicaciones en revistas científicas y técnicas. Profesor emérito de AAQCT y profesor visitante de la Universidad de las Américas de Puebla (México). Actualmente Catedrático de Ingeniería Textil de la UPC.